lunes, 17 de septiembre de 2007

Desde el Blog de Josele

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Sobre mi padre

En estos momentos en lo que parece que mi padre está en el principio del fin, múltiples sentimientos, percepciones y reflexiones me surgen. Algunas de ellas muy difíciles de plasmar en palabras, pues pertenecen al mundo de lo inexplicable, de lo indescriptible, de lo que queda fuera de todo idioma pues pertenece al inexorable mundo interior.

Algunas reflexiones, en cambio, son más fáciles de plasmar y siento necesidad de hacerlo.

Algunos dicen: "este hombre cómo está así, y eso que no ha hecho excesos en su vida..." Claro, estamos hablando de lo que esta sociedad considera como excesos: fumar, beber, salir de fiesta, mujeres... Por lo visto, no se considera un "exceso" haber empezado a trabajar duramente con 12 años. Tampoco haber sido denigrado y ninguneado en un irracional y salvaje servicio militar (supuestamente "donde te haces hombre") en el que enfermó muy seriamente por hambre y frio, y al que tuvo que regresar "para acabar de cumplir con la patria" cuando estuvo medio recuperado. Tampoco parece ser un exceso haber trabajado en los trabajos más duros sin las que hoy consideramos medidas básicas de protección.

Es sorprendente e hipócrita esa visión en la que parece que las personas "de bien" tienen que renunciar a un tipo de excesos, y por contra tienen que tragarse los otros siempre que les toque. Incluso, a veces, decimos que ciertos excesos "nos hacen un hombre". ¿Un mundo de hombres creados a través del dolor y la crueldad? ¿Qué puede transmitir eso, aparte de más dolor? ¿Ese es el futuro que siempre decimos que hay que forjar para las generaciones futuras?

¿Alguien se acuerda de un histórico personaje (al que esta misma cultura occidental dice venerar) que dijo que lo importante era el Amor? Creo que, decididamente, no hemos entendido nada de nada.

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